Home Blog Ponte en mis zapatos, rockero

Ponte en mis zapatos, rockero

written by Ana Cantarero 06/12/2016
Conversaciones con mis Converse

«Converseciones» muy serias con una misma.

¡Ay, rockerillas mías! No entro en mis zapatos de la emoción (o mejor dicho: en mis Converse). ¿El motivo? Que muy pronto conoceréis a cada uno de los personajes de Miss Zapatos de Lujo. No lo voy a negar, también estoy muertita de miedo. Es pánico escénico, obvio, pero el mieditooor no me permite ni respirar. Posiblemente ese es el motivo por el que últimamente no dejo de hacerme la misma pregunta: ¿cómo todos esos músicos y cantantes pueden subirse a un escenario y mostrarse tan seguros de sí mismos delante de miles de personas? ¡CÓMO! Mataría por descubrir su fórmula secreta contra el miedo. Claro que… pensándolo bien… yo conozco a un rockero que podría echarme un cable en un pis pas.

Dadme un segundo que voy a hacer una llamada rápida de teléfono.

Hablar con mi ídolo

Heelloooo

Ey, Nick. Soy Anita. ¿Cómo vas?

—Sobre dos piernas ¿y tú?

—JA. JA. ¡Y JA! Ya se me había olvidado de lo graciosito que te crees.

—Que yo sepa, antes te gustaba mi sentido del humor. ¿O ya me has sustituido por otro en esa cabecita loca que tienes? Porque si mal no recuerdo, tú y yo lo pasábamos muy bien juntos. Pero que muy bien…

—¡Oh, venga ya! ¡Cierra el pico! Y no vuelvas a utilizar conmigo ese tonito de seductor, que nos conocemos muy bien, NM.

Jejeje… Siento romperte el corazón, escritora, pero yo no he utilizado ningún tonito contigo. Deberías hacer algo con esa imaginación tuya; en serio, me preocupas.

Paciencia, señor. Dame paciencia…

—Ok, Nick, tú ganas. Ahora escúchame un segundo: yo te llamaba porque me gustaría saber cómo hacéis los artistas para superar los nervios antes de subir a un escenario. Ya sabes, si practicáis ejercicios de respiración o repetís un mantra…

Uy, uy, uy… Algo me dice que cierta escritora se está haciendo pipí encima, ¿o me equivoco, Srta. Teclitas?

—Por Dios, Nick, deja la coñita ya y ponte en mis zapatos por una vez.

Sooo, mujer, no te enfades conmigo. Voy a ser bueno y te voy a contar un secretito de las grandes estrellas.

—Bien, soy toda orejas.

—Ahí va: todos, pero absolutamente todos, apretamos el culo cuando ponemos un pie en el escenario, Srta. Teclitas.

—¿Qué quieres decir? ¿Que cerráis las nalgas como en Pilates?

—Joder, sí que estás mal de lo tuyo, chica. Quiero decir que nos entra el canguelo, bobita. Pero ahí está el encanto: en sentir. Porque esa es la magia. Tu magia. Mi magia. Tú escribes porque sientes y yo rasgo mi guitarra por el mismo motivo.  Tú quieres hacerles vibrar con tus historias y yo con mis canciones. Y con una sola persona que nos diga que ha vibrado de emoción con nosotros, habrá merecido la pena, ¿entiendes? Porque tú y yo seguiremos haciendo ruido. Más y mejor ruido. ¿Me captas?

Estooo, no… ¡Digo sí! Bueno, creo que sí te he entendido.

—Tranquila, mujer, siempre te ha costado pillarme el punto.

—Eso es verdad. Pero gracias por tu consejo, NM. Te debo una.

—Dirás unas cuantas, Teclitas. ¡Ah! Y recuerda aquello que te conté de que las mujeres tenéis en verdadero rock and roll en las venas, ¿ok? Ahora te dejo, escritora, que me debo a mi público.

—Ok, Nick. Pero ¡espera!, no cuelgues.

—¿Qué más necesitas, cariño?

¡OH, DIOSSSSS! Me ha llamado cariño.

Mmm, solo quería decirte que… —glups— tú siempre serás mi ídolo. No lo olvides, Nick Mendoza.

Cuelga el teléfono

Hasta la próxima, rockeras.

Déjame un comentario

Comentarios

También te gustará